En el campo de la psicología, tanto forense como clínica, es de vital importancia evaluar el apego. En psicología clínica, es fundamental tanto para el tratamiento de cualquier problemática relacional, conflicto emocional o psicopatología. En psicología forense, en aras de poder aconsejar en relación a pautas educativas, tanto para menores como para progenitores, así como para aconsejar técnicamente en los temas de custodia.
Mary Ainsworth, en las décadas de 1960 y 70, identificó tres estilos de apego, o patrones, que un niño puede tener con las figuras de apego: seguro, evitativo (inseguro) y ansioso o resistente (inseguro). Desarrolló un procedimiento conocido como Protocolo de Situación Extraña como la parte correspondiente de laboratorio de un estudio más amplio, para evaluar el comportamiento de la separación y reencuentro. Esta es una herramienta de investigación estandarizada que se utiliza para evaluar los patrones de apego en bebés y niños en brazos. Al crear tensiones diseñadas para activar la conducta de apego, el procedimiento pone de manifiesto cómo los niños pequeños usan a su cuidador como fuente de seguridad.
El procedimiento requiere que el cuidador y el niño se coloquen en un cuarto de juegos familiar, mientras un investigador registra comportamientos específicos, observando a través de un espejo unidireccional. En ocho episodios diferentes, el niño experimenta separación/reunión con el cuidador, y la presencia de un extraño desconocido.
El tipo de apego desarrollado por los recién nacidos depende de la calidad de la atención que reciben. Cada patrón de apego está asociado a un cierto patrón de comportamiento característico.
Patricia Crittendern, alumna de doctorado de Mary Ainsworth, creó el Modelo Dinámico de Maduración (DMM). Según Crittendern (2002-15), existe una relación directa entre las estrategias de Apego que se adquieren en la infancia y la selección posterior de pareja, tanto en la adolescencia como en la edad adulta.
Crittendern redefinió el concepto de MOI de Bowlby y lo denominó “Representaciones Disposicionales”, es decir, las representaciones que se crea el niño entre contexto y cuidadores, junto con la expectativa de respuesta que obtendrá como resultado de sus acciones.
- APEGO SEGURO: Tipo B. Se produce cuando la cognición y el afecto se desarrollan de una manera integrada. Estas personas utilizan de manera equilibrada tanto las áreas subcorticales (relacionadas con las emociones), como las corticales (relacionadas con la cognición y con el control).
- Cuidador: Reacciona de forma apropiada, rápida y consistente a las necesidades. El cuidador formó, con éxito un vínculo paternal seguro con el niño.
- Niño: Utiliza al cuidador como una base segura para la exploración. Protesta contra la partida del cuidador y busca proximidad, y es consolado, volviendo el cuidador a la exploración. Puede ser consolado por extraños, pero muestra una clara preferencia por el cuidador.
- Edad adulta: Cuando se enfrentan a situaciones de estrés, son capaces de elaborar respuestas equilibradas que impliquen a las áreas racionales y emocionales del cerebro.
- APEGO ANSIOSO: Tipo C. Se produce cuando predominan las áreas subcorticales (emociones).
- Cuidador: Excesivamente protector del niño. Son padres permanentemente asustados y con temor a que le pueda pasar algo al niño. Pueden ser también padres fóbicos, o con un Trastorno de la Personalidad. Ven el mundo como un lugar peligroso y a través del chantaje emocional (consciente o inconsciente), consiguen que el niño no pueda fomentar su autonomía, dado que éste percibe la coerción como una muestra de cariño de los progenitores. En la mayoría de ocasiones esto provoca una relación de Apego Invertido (Parentificación) en la que el hijo debe cuidar al progenitor.
- Niño: Es incapaz de hacer frente a las ausencias del cuidador. Busca validación constantemente, temeroso y dependiente. Busca la cercanía de los padres para sentirse bien desde el miedo a alejarse de ellos, extremo que no le permitirá explorar, siendo ésta última una conducta necesaria para el correcto desarrollo psicoemocional.
- Edad adulta: Ante situaciones de estrés se desbordan emocionalmente, dado que han aprendido a alternar emociones de rabia y de sumisión. Desconfiarán de las intenciones de los demás, o bien serán excesivamente confiados.
- APEGO EVITATIVO: Tipo A. Se produce cuando predomina el uso de las áreas corticales. Estas personas utilizan la cognición como manera de enfrentarse a la incertidumbre y a la falta de afecto.
- Cuidador: Desinterés o rechazo del niño. Padres ausentes (por exceso de trabajo, depresión, etc).
- Niño: Aprende a regularse emocionalmente mediante la cognición, intenta no ser una carga ni una molestia para sus progenitores (se sienten así), haciendo lo que creen que sus padres esperan de ellos. Sacrifican la cercanía para evitar el rechazo.
- Edad adulta: Frente a situaciones de estrés, necesitarán tenerlo todo bajo control, apareciendo la ansiedad cuando sus estrategias de control fallen, viéndose entonces desbordados.
- APEGO DESORGANIZADO: Tipo D. Muy a menudo asociado a muchas formas de abuso infantil. No podrán dar prioridad a ninguna área cerebral, debido a que las mismas personas que deben protegerle son la fuente de amenaza.
- Cuidador: La figura de apego es también la fuente de maltrato o miedo.
- Niño: Muestra conductas extremas, desde la ausencia total de emociones hasta una labilidad emocional excesiva. Se produce un acercamiento- alejamiento de las figuras de apego, que provoca una imposibilidad de crear una base segura (Holmes, 2001). Serán niños acosadores o acosados.
- Edad adulta: Trastornos de la Personalidad (TLP, conductas antisociales, intentos de autolisis, TCA…) y/o Trastorno de Depresión Mayor.